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paratextos, hipotesis, argumentacion, 2024
Tipo: Apuntes
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(Re)pensar las masculinidades en clave feminista
Sin un trabajo sostenido con los varones desde una perspectiva feminista, difícilmente se podrá prevenir y erradicar las violencias machistas.
Por Ana Montañez , coordinadora del área de Géneros del ILSED*
[1] La situación de confinamiento que sobrevino con la pandemia de Covid-19 dejó en evidencia lo que ya era evidente para el movimiento feminista: existe un espacio en donde las violencias ocurren de una manera sistemática sobre las mujeres. Los datos lo confirman. Enfrentamos un panorama en el que muchos de los femicidios y transfemicidios podrían haberse evitado y las estadísticas son contundentes. Según datos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), en el último año (2019) se produjeron 252 femicidios directos en el país, entre los cuales al menos 42 habían denunciado al femicida y el 60% se cometió en la vivienda de la víctima. [2] Ahora bien, los registros estadísticos suelen centralizar su atención en la visibilización de las niñas, mujeres, lesbianas, trans y travestis asesinadas en contexto de violencia de género o bien en la caracterización de las mujeres en situaciones de victimización. Esto es importante para el diseño de políticas que den respuestas efectivas a personas en situación de violencia de género, pero es central discutir quiénes son los varones que ejercen violencia y qué hacer frente la violencia machista para dar una respuesta integral al problema. Porque no hay respuestas eficaces al problema sin respuestas integrales. Los resultados están a la vista: años consecutivos de femicidios que no bajan. [3] Si asumimos que la violencia es aprendida, entonces es posible desaprenderla. El proceso de desaprender la violencia implicaría, entonces, una forma de prevenir las violencias de géneros. Es fundamental pensar en políticas de prevención. Porque pensar en clave de masculinidad es pensar en relaciones y administración de poder. Los mandatos son históricos y se han instalado en una trama cultural que conforma el estereotipo de varón: viril, cis, 1 heterosexual, blanco, adulto, protector, proveedor, procreador, entre otros. Ser varón impone la obligación de exhibir estas potencias sociales, culturales y económicas, que además precisan ser validadas constantemente por otros hombres. Y a la vez, por supuesto, para ser varón no se debe mostrar otro tipo de sensibilidad que no encuadre dentro de esa normalización de un “hombre verdadero”. Así, se modelan sujetos que afirman su condición frente a los otros dominando lo diferente, habitando un sistema que se define por la negatividad, por la oposición a la feminidad. [4] Es necesario comprender que el machismo no es sólo una actitud hacia las mujeres e identidades no binarias, sino que se relaciona de manera directa con la construcción de identidad de los varones, proceso en el que la violencia constituye una de las formas más destacadas de validación de la masculinidad normativa, y la complicidad machista funciona como uno de los mecanismos más comunes para evitar su cuestionamiento. [5] Sin embargo, centrarse sólo en esta impronta general, sin tener en cuenta un enfoque interseccional, 2 no permite ver las jerarquías internas de poder. Hay ciertas masculinidades que se aproximan en mayor medida a esos mandatos, mientras que hay masculinidades subalternas. Las relaciones de desigualdad son diversas y no pueden reducirse sólo al sexo/género, etnia, clase, sexualidad; estos aspectos también juegan un papel importante dentro de la masculinidad y esto es relevante
(^1) Cis o cisgénero : Se llama de esta manera a una persona cuyo sexo asignado al nacer coincide
con el género con el que esa persona se identifica.
es relevante porque es necesario afinar la mirada para ver qué lógicas operan y cómo incidir en mejorar la deconstrucción masculina. [6] Es fundamental acompañar a los varones violentos para que registren y modifiquen sus prácticas. Actualmente, en Argentina existen algunos espacios destinados a trabajar con varones violentos, como el Centro Integral de Varones (CIV) en la provincia de Córdoba, el Dispositivo de Atención a Varones (DAV) en Neuquén y el instituto Antecedentes Instituto Masculinidades y Cambio Social en Rosario. En la provincia de Buenos Aires, la Defensoría del Pueblo trabaja este tema y en septiembre se creó la línea “Hablemos”, un canal de atención para hombres que ejerzan o hayan ejercido violencia machista. No obstante, según datos preliminares del relevamiento llevado a cabo por el Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (ILSED), menos de un 15% de los municipios implementan este tipo de políticas, pese a que están contempladas en el artículo 9 de la Ley 26.485, para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres; el artículo establece la necesidad de desarrollar programas de “reeducación” o “rehabilitación” para varones. Estos espacios existen, pero de forma dispersa, atomizada y a veces invisible. Sin un trabajo sostenido con los varones desde una perspectiva feminista, difícilmente se podrá prevenir y erradicar las violencias machistas. [7] Hay muchas personas que promueven la sanción penal y están en contra de que se apliquen métodos alternativos de resolución de conflicto. El problema es que, ante una denuncia, las medidas que implementa la justicia siempre están destinadas a proteger a la víctima y castigar al victimario. Por supuesto, en ciertas situaciones puntuales, la respuesta punitiva^3 resulta necesaria, pero no debería ser la única opción. Pensar desde una perspectiva no punitivista implica reflexionar más allá del ámbito del derecho penal y el accionar de la justicia, planificar y gestionar tanto discursiva como presupuestariamente políticas que apuesten a lo social, lo colectivo y lo comunitario. [8] Otro eje de la discusión se centra en la resistencia ante estos dispositivos fundada en el supuesto de que victimizan al varón agresor. Pero, lejos de ello, se trata de un abordaje integral y no de una victimización de la masculinidad. Buscan intervenir en todos los aspectos de la violencia, entendida como una problemática relacional. Además, plantear el debate en términos de recursos para víctimas o agresores hace a un lado el hecho de que, para todos los varones que ya ejercen violencia, cualquiera sea el tipo, no existen respuestas efectivas para poder trabajarla, básicamente porque los recursos justamente se orientan a atender a las víctimas. Vale aclarar que esto no significa que las políticas destinadas al trabajo con varones agresores deban ser prioritarias ni absorber recursos necesarios para la atención a personas en situación de violencia, sino que señala la falta de atención a estos espacios. [9] Para erradicar la violencia machista no es suficiente que las políticas públicas se centren en las víctimas una vez que la violencia está consumada, porque la efectividad del sistema penal –si es que alguna vez resulta efectivo– ocurre una vez realizado el daño. [10] Por último, es importante que los varones cis 3 en general se pregunten qué les pasa con las violencias. Quizás se cuiden de no reproducirlas, pero ¿las frenan? Es fundamental que piensen su actuación a partir del feminismo para hacerse cargo. Reconocer los privilegios es un cambio radical, porque implica perder la impunidad y esto claramente conlleva ciertas incomodidades: al señalar prácticas, se corre el riesgo de perder el lugar en los grupos de pertenencia que a la vez implican lazos
(^2) Enfoque interseccional : Se trata de una perspectiva que afirma la necesidad de articular el
género con otras categorías de división social –como la raza, etnia, clase social, edad, discapacidad o sexualidad– para atender a la heterogeneidad y a la desigualdad dentro de un mismo colectivo, como el colectivo de varones. (^3) Punitivo/a: Perteneciente o relativo al castigo. Se habla de “punitivismo” en referencia a una
corriente de pensamiento que se centra únicamente en la pena judicial y no contempla otras acciones frente a un delito.
parámetros ni objetivos específicos a partir de los cuales deberían diseñarse e implementarse políticas públicas (incluidas las sentencias judiciales) cuyos destinatarios sean los varones que ejercen violencias de géneros, es decir, contra mujeres o contra otras personas subalternizadas por razones de género, orientación sexual, identidad de género y/o su expresión. [3] En efecto, los varones aparecen escasamente mencionados en los textos legales. Ni siquiera se los refiere cuando se hace alusión a la dimensión estructural de la violencia. Las políticas de transformación cultural, y particularmente educativa (como la Educación Sexual Integral), se prevén para todo el conjunto de la sociedad, pero no se reflexiona particularmente sobre el rol de los varones ni sobre la manera en que la construcción de los modelos sociales de masculinidad se conecta con el ejercicio de las violencias. [4] Por el contrario, los varones sí aparecen mencionados como los perpetradores de las violencias. El único espacio que se configura en el campo normativo es el del varón violento y, por tanto, objeto de las políticas represivas o punitivas. Pareciera no haber otra salida para los varones que no sea la sanción penal, puesto que hasta le son vedados los medios alternativos de resolución de conflictos –con esto me refiero a instancias tales como la mediación, la conciliación y la suspensión del proceso a prueba, entre otros–. [5] Esto, sin dudas, es una de las funciones de garantía secundaria del derecho penal. 1 Los instrumentos jurídicos (sobre todo los internacionales) buscan asegurar el rechazo social de estas prácticas a través de su sanción punitiva. Ejercer violencia de género es un mal que –con toda justicia– busca erradicarse de nuestras sociedades y, con ese propósito, se prevén sanciones penales, la respuesta por antonomasia de los marcos normativos vigentes. Además, esto también obedece al hecho de que históricamente las mujeres hayan sido más objeto de tutela que sujetos de derechos. Es decir que, como sujetos subalternizados en las relaciones de poder que se construyen entre los géneros, esta normativa que tutela y busca garantizar sus derechos más elementales se erige como una reivindicación histórica de esa posición de subordinación. [6] Sin embargo, existen diversos motivos que tornan indispensable revisar (y corregir) el enfoque con el que están diseñados los instrumentos normativos con los que se trabaja cotidianamente en esta materia. [7] Por un lado, porque especialistas en el tema insisten en señalar la conexión estrecha que existe entre los modelos sociales de masculinidad y las violencias por razones de género, orientación sexual, identidad de género y su expresión. En efecto, diversos planteos advierten que la violencia tiene origen en el modo en que se construyen los modelos de masculinidad y las relaciones de poder que se entretejen entre los diferentes géneros. Es decir que la construcción de la identidad del varón está estrechamente vinculada con la aceptación, la legitimación y la promoción de la violencia: cuanto más violento, más macho. [8] Por otro lado, es necesario corregir los instrumentos normativos porque la ausencia de parámetros y/o estándares para el abordaje de los varones tiene una fuerte incidencia en las decisiones judiciales que se adoptan al resolver los casos de violencia. Los legajos judiciales prácticamente no incluyen información en relación con los varones que la ejercen, ya que nada obliga a indagar respecto de los factores que incidieron sobre ellos para proceder de tal forma. Pero, además, porque las juezas y jueces, tanto del fuero civil como penal, no poseen una amplia gama de alternativas para resolver. Por lo general, las decisiones se circunscriben a determinar si corresponde o no una sanción de tipo penal o si, en el marco de situaciones de suma urgencia, resultarán afectados por medidas de seguridad de tipo cautelar (exclusión del hogar, restricción de acercamiento respecto de la víctima, entre muchas otras).
(^1) garantías primarias y secundarias : Las garantías primarias constituyen las obligaciones (de
prestación) y las prohibiciones (de lesión) de los derechos fundamentales que deben ser respetadas y aseguradas, tanto por los individuos como por el Estado. Las garantías secundarias constituyen las obligaciones de reparar o sancionar judicialmente las lesiones de los derechos (es decir, las violaciones de las garantías primarias).
[9] Esta situación no se produce de manera exclusiva en nuestro país. Los hallazgos de un estudio desarrollado por Bustelo y Lombardo (2006) sobre las políticas de igualdad en Europa demuestran que: “El mensaje que se extrae de los documentos oficiales sobre políticas de género en Europa es, por lo general, que la desigualdad de género es un problema de mujeres y son ellas las que deben cambiar. Los hombres se representan de manera distinta en los países y los temas, pero lo que resulta común en los temas, es que ellos no tienen el problema ni se les pide cambiar, es decir, no se apela directamente a ellos ni son casi nunca objetos directos de las políticas de igualdad”. [10] Como advierten los estudios de las masculinidades, la violencia de género constituye un indicador de las formas de construcción de lo masculino y de lo femenino en una sociedad determinada. En efecto, como señala la investigadora Elizabeth Gómez Etayo (2014): “Las formas de combatirla, al mismo tiempo, reflejan la imagen de género que tenemos de hombres y mujeres, de lo masculino y lo femenino…”. En consecuencia, la ausencia de previsiones legales y herramientas institucionales en relación con el modo en que debería abordarse a los varones que ejercen violencias está indicando un modo particular de comprender la problemática. En este caso, sesgado, incompleto y falto de una visión que se proponga atacar de raíz la cuestión. [11] Buscar nuevas alternativas para la atención de la problemática debe conducirnos a repensar el punto de partida del actual enfoque, incorporando a los varones no sólo como meros perpetradores de la violencia, sino también como agentes relevantes (e indispensables) del cambio.
Papalía, N. (12 de dicimebre de 2020). ¿Qué hacer con los varones que ejercen violencia? Abro-hilo. https://abrohilo.org/varones-violentos-que-hacer/
Para combatir el machismo, la educación en casa es esencial
Por Gema Lendoiro* 06 de septiembre de 2016
[1] Tenemos unas cifras de malos tratos a mujeres y asesinatos que escandaliza. Ponemos mucho énfasis en las leyes y, tengo la sensación, dejamos muy descuidada la cuestión educativa en la infancia, el origen de todas las personalidades adultas. ¿De qué sirven leyes ejemplares cuando la mujer ya está muerta? ¿De qué sirven condenas ejemplares si el machismo sigue campando a sus anchas, fuera de control? [2] La educación falla porque hay muchas, demasiadas cosas, que pasamos por alto y con las que no nos ponemos lo suficientemente serios. Y ahí los padres, cuando nos toca educar, tenemos mucho que hacer. La responsabilidad es enorme. No se nace maltratador ni se nace machista, se aprende por imitación. Principalmente en casa. Y tanto de la madre como del padre. [3] Soy madre de dos niñas pequeñas. Mi tarea con respecto a ellas consiste básicamente en que crezcan felices, sanas – mental y físicamente– y con criterio, con capacidad para tomar sus propias decisiones cuando sean adultas. Es una de las bases
es decir, virgen, como si una mujer que no lo sea ya no podría ser tomada en serio. Preferiría que las chicas jóvenes tuvieran en cuenta otras cosas mucho más importantes, como cuidar de sus emociones y de sus cuerpos, pero por otros motivos que nada tienen que ver con esa idea de “mujer usada”. [9] La tarea educativa para frenar esta lacra del machismo es enorme y urgente. O nos ponemos en serio manos a la obra, o seguiremos lamentando cada año más muertes.
Texto extraído y adaptado de Lendoiro, G. (6 de septiembre de 2016). Para combatir el machismo, la educación en casa es esencial. El país. https://elpais.com/elpais/2016/09/01/mamas_papas/1472708056_951781.html
a) ¿Cómo describe la autora la situación actual en torno a las violencias de géneros? b) ¿Por qué considera que, en la actualidad, las respuestas a estos hechos no son efectivas? ¿Qué opina sobre las respuestas punitivistas? c) Explique la relación que establece la autora entre violencia , masculinidad y mandatos históricos (párrafos 3, 4 y 5). d) ¿Qué propone la autora en relación con las políticas de prevención en el caso de las violencias de género? e) En los últimos párrafos del texto, la autora reflexiona sobre la importancia de que los varones asuman una “mirada feminista”. ¿Qué ideas plantea al respecto?
(sin embargo – asimismo – por lo tanto)
a) En Argentina, el Centro Integral de Varones (CIV) en la provincia de Córdoba, el Dispositivo de Atención a Varones (DAV) en Neuquén y el instituto Antecedentes Instituto Masculinidades y Cambio Social en Rosario son ejemplos de organismos que trabajan con varones violentos. _________________ , la Defensoría del Pueblo de Buenos Aires creó la línea “Hablemos”, un canal de atención para hombres que ejerzan o hayan ejercido violencia machista. b) La respuesta punitiva frente a la violencia machista es necesaria. _______________ , también es importante impulsar políticas públicas que abarquen todos los aspectos del problema. c) Los recursos del estado se destinan, centralmente, a atender a las víctimas. ________________, no existen recursos para abordajes específicos al problema de los varones violentos.
Ejemplo: Para erradicar la violencia machista no es suficiente que las políticas públicas se centren en las víctimas una vez que la violencia está consumada, porque la efectividad del sistema penal –si es que alguna vez resulta efectivo– ocurre una vez realizado el daño.
Según Ana Montañez, autora del artículo “(Re)pensar las masculinidades en clave feminista”, resulta necesario que los varones cis reflexionen sobre qué experimentan ante comportamientos violentos, no sólo como autores sino también como espectadores.
a) “Ser varón impone la obligación de exhibir estas potencias sociales, culturales y económicas, que además precisan ser validadas constantemente por otros hombres”.
b) “Es necesario comprender que el machismo no es sólo una actitud hacia las mujeres e identidades no binarias, sino que se relaciona de manera directa con la construcción de identidad de los varones, proceso en el que la violencia constituye una de las formas más destacadas de validación de la masculinidad normativa”.
c) “… la complicidad machista funciona como uno de los mecanismos más comunes para evitar su cuestionamiento”.
TEXTO Nº1: “(Re)pensar las masculinidades en clave feminista”, de Ana Montañez
Problemática
Hipótesis
Posición contra la que se argumenta
Argumentos de la autora para fundamentar su hipótesis
Conclusión
Para tener en cuenta.
Las formas de percibir lo femenino y lo masculino en una sociedad determinada constituyen las bases de la violencia de género, según afirman los especialistas. Por lo tanto , el modo sesgado, incompleto y falto de visión con que el ámbito legal propone tratar con los varones que ejercen violencia, sin herramientas legales concretas para prevenir los delitos, también refleja esta construcción social.
a) El único espacio que se configura en el campo normativo es el del varón violento y, por lo tanto, objeto de las políticas represivas o punitivas.
b) Es necesario corregir los instrumentos normativos porque la ausencia de parámetros y/o estándares para el abordaje de los varones tiene una fuerte incidencia en las decisiones judiciales que se adoptan al resolver los casos de violencia.
c) Los legajos judiciales prácticamente no incluyen información en relación con los varones que la ejercen, porque las juezas y jueces, tanto del fuero civil como penal, no poseen una amplia gama de alternativa para resolver este problema.
Ejemplo:
“Existen diversos motivos que tornan indispensable revisar (y corregir) el enfoque con el que están diseñados los instrumentos normativos con los que se trabaja cotidianamente en esta materia.” Según Nicolás Papalía, autor del artículo “¿Qué hacer con los varones que ejercen violencia?”, son distintas las causas que hacen necesario revisar, y también corregir, la perspectiva desde la que se elaboran los instrumentos normativos que tratan sobre la violencia de género.
a) “El mensaje que se extrae de los documentos oficiales sobre políticas de género en Europa es, por lo general, que la desigualdad de género es un problema de las mujeres y son ellas las que deben cambiar. Los hombres se representan de manera distinta, pero lo común es que ellos no tienen el problema ni se les pide cambiar.”
b) “Como advierten los estudios de las masculinidades, la violencia de género constituye un indicador de las formas de construcción de lo masculino y de lo femenino en una sociedad determinada.”
c) “Ejercer violencia de género es un mal que –con toda justicia– busca erradicarse de nuestras sociedades y, con ese propósito, se prevén sanciones penales, la respuesta por antonomasia de los marcos normativos vigentes.”
TEXTO Nº2: “¿Qué hacer con los varones que ejercen violencia?”, de Nicolás Papalía
Problemática
Hipótesis
Posición contra la que se argumenta
Argumentos del autor para fundamentar su hipótesis
Conclusión
d) En los párrafos 3, 4 y 5, la autora se refiere a su historia personal y, en particular, a una anécdota. ¿Qué es lo que intenta señalar con esta anécdota? ¿Qué función cumple este segmento narrativo dentro de la estructura argumentativa del texto? e) En los últimos párrafos, la autora reflexiona sobre algunos discursos que participan de la educación de las infancias y cristalizan estereotipos de género. Explique cómo funcionan esos estereotipos, según Lendoiro, y qué valoraciones hace la autora respecto de esas expresiones.
(de lo contrario – asimismo – por lo tanto)
a) Todas las personas son el resultado de sus educaciones, entre las que se encuentra en un lugar central la familia. _______________, padres y madres deben trabajar para eliminar las prácticas machistas, tanto si tienen niños o niñas. b) Cuando sucede un hecho violento, muchas personas culpabilizan a la víctima en lugar de al agresor. ___________ la hacen responsable de lo que sucedió a través de señalamientos de diverso tipo, como, por ejemplo, al hecho de que no debería haber ido vestida de determinada manera o que no debería haber bebido alcohol. c) Se debe insistir en la tarea educativa para frenar el machismo. _____________, la sociedad seguirá lamentando cada año las muertes causadas a raíz de este flagelo.
Ejemplo: Dejar que los niños vayan tomando pequeñas decisiones es importante para que formen un criterio, porque la capacidad para hacerlo se adquiere practicando.
a) Como sociedad, tenemos la tarea de desterrar frases y creencias de raíz para desterrar el machismo. Porque seguimos repitiendo frases como “los chicos no lloran” o “tenés que hacerte respetar”, que son muy conservadoras.
b) El número de malos tratos y asesinatos de mujeres se ha incrementado porque, en lugar de poner el énfasis en las leyes, no se focaliza en el rol de la familia, crucial para combatir estereotipos de género.
c) Si asumimos que los niños aprenden por imitación, entonces es lógico pensar que el primer espacio para combatir la violencia machista es la familia.
Ejemplo: “¿De qué sirven leyes ejemplares cuando la mujer ya está muerta? ¿De qué sirven condenas ejemplares si el machismo sigue campando a sus anchas, fuera de control?” Gema Lendoiro, autora del artículo “Para combatir el machismo, la educación en casa es esencial”, cuestiona la efectividad y la función de las leyes para frenar el machismo cuando se ve que los casos se incrementan considerablemente.
a) “Soy madre de dos niñas pequeñas. Mi tarea con respecto a ellas consiste básicamente en que crezcan felices, sanas –mental y físicamente– y con criterio, con capacidad para tomar sus propias decisiones cuando sean adultas (…). El problema es que aprender a tomar decisiones no se improvisa, se aprende practicando”.
b) “Creo que fomentar en los niños la capacidad de elección los hará adolescentes y adultos mucho más asertivos cuando alguien los agreda o interfiera en sus sentimientos”.