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Se hace un breve análisis documental sobre la practica pedagogica
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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La Docencia universitaria como profesión comprende aspectos científicos, técnicos y del quehacer cotidiano que exigen reflexión, creación y transformación permanente que constituye la praxis educativa , entendida ésta, como la reflexión y acción del docente sobre su práctica para transformarla. En este sentido, Carmona (2011), acota que “La praxis es una práctica social que se concibe como un conjunto de actuaciones de los actores sociales, con las que se pretende satisfacer sus necesidades y que implica unas acciones operativas, de actitudes y comportamientos. (p.43). Sin embargo, en el contexto educativo, los términos praxis y práctica tienden a ser utilizados indistintamente. En la praxis reside el éxito del docente, su efectividad y acierto con los estudiantes; una cualidad innata del docente relacionada con su capacidad comunicativa, de manejo de grupos, relaciones humanas, de autoridad ganada en la comprensión de situaciones y en la intuición de su manejo; en tanto que la práctica es entendida como el modo instrumental, técnico, preforma tizado, repetitivo del saber enseñar. Concatenando estos hechos Morin (2010); comenta que “la realidad es compleja...y a través de la transdisciplinariedad nos acercaremos a ella” (p.56). Visto de esta forma, el mismo autor acota que la transdisciplinariedad basa sus reflexiones en el descubrimiento de la complejidad como punto de partida para comprender la realidad social contemporánea. Para tal fin, la primera gran frontera que pretende superar la transdisciplinariedad es aquella que fracciona el conocimiento en disciplinas, que utiliza métodos, objetos de estudios, problemas de investigación, y marcos teóricos, que cambian sólo a partir de ellas mismas y dentro de las construcciones evolutivas que han establecido los límites de cada una de las disciplinas. En tal sentido, la idea de trascender las disciplinas se impone como un imperativo necesario para comprender las realidades complejas del mundo contemporáneo. La solución, como lo indica Martínez (2011), “no es desechar el
conocimiento construido, sino construir nuevos sistemas para la codificación e integración, donde los saberes serán más legítimos, útiles y prácticos.”(p.43). Así mismo, la Transdisciplinariedad no busca ni tiene intención de acabar con las disciplinas, su finalidad, afirma Nicolescu (1996), citado por Foliari, (2010), Es la comprensión del mundo actual , y la unidad del conocimiento, uno de sus imperativos. Por consiguiente, estos conceptos surgen con el propósito de unir lo desunido, de establecer un diálogo entre disciplinas y demás saberes que permitan a docentes, investigadores y estudiantes acercarse a la realidad. (p.43)
En función a la cita anterior, puede interpretarse, que la praxis del docente adolece de la necesaria transdisciplinariedad en la ejecución curricular, tanto en el saber específico por enseñar, como lo pedagógico y del quehacer axiológico pedagógico, las condiciones sociales e históricas de la educación, el proyecto de persona que se busca, los determinantes sicológicos del aprendizaje y de desarrollo humano, que requieren la convergencia de disciplinas como la sociología, psicología, la lingüística y la filosofía que con la formación pedagógica propiamente dicha, y con la experiencia de la vida trasciendan lo disciplinar, multidisciplinar y lo interdisciplinario. Por otro lado, en el discurso convencional de la práctica docente, difícilmente se concilia el manejo científico de la disciplina enseñada con el proceso pedagógico y la transformación de su propia práctica a la luz de las condiciones sobre determinantes ya enunciados. Tanto es así, que en las crisis es menester redoblar esfuerzos para encontrar salidas, innovar esquemas, haciendo a un lado preconcepciones ancladas en etapas pasadas. Por esto se busca desarrollar en los ambientes de aprendizaje, una pedagogía que conciba al ser humano como un ser único e independiente, un ser espiritual, que se interrelacione, que busca autonomía de ser y de existir, sensible ante sus propia exigencias y las de su comunidad; catalizador de su propio destino y constructor de su propia historia con decisión y responsabilidad.
planteamientos complejos, y preparados para dar respuestas viables, confiables y con equidad a los planteamientos de la realidad. (p.73). Visto de esta manera, se interpreta que la praxis del docente universitario, debe estar centrada en la pertinencia, colaboración y solidaridad, despojada de todos los males del cientificismo: rigidez en los programas de estudios, escasa respuesta a las demandas sociales, homogeneidad del método científico, excesivo disciplinarismo y enfoque en más especialización sin ninguna conexión con el contexto social. Desde una visión transdisciplinaria, la praxis docente universitario orientará al discente en el proceso de comprensión del mundo y su realidad, convirtiéndolo en un profesional bien informado y motivado por los problemas de la sociedad, provisto de un sentido crítico y en capacidad de reaccionar ante las nuevas tensiones del planeta. Toda esta reflexión se inscribe, en que la praxis docente, naturalmente se habla de la Educación y por consecuencia a lo que es la fuente de esto, es decir, a las Ciencias de la Educación. Partiendo de esta idea, se puede recorrer un extenso e inconmensurable camino lleno de hechos, sucesos, avances, retrocesos, leyes, proyectos, miradas, desafíos, emprendimientos que hacen a la esencia de la Educación pero no la dan por acabada, sino que de ella se desprende la reflexión, la cual aclara que la Educación en sí no es un Fin concluido sino que atraviesa relacionándose y conjugándose con las vivencias derivadas de la praxis, es una historia tal como lo asume Cullen (2010), “de complejas prácticas sociales donde el Hombre es el centro de ese inmenso entramado de relaciones pero que es uno más de los millones de Hombres que conforman a la Educación”.(p.54) Usualmente, la educación es una praxis porque compromete día a día, momento a momento a los diferentes actores que conforman el escenario educativo”, esto nos lleva a entender que hay lucha diaria donde se deben resolver los conflictos que en ella se suscitan ya sea a favor o en contra de la imposición de la ideología hegemónica del momento histórico al cual atraviesa. De esta manera, la complejidad de la práctica educativa es tal que Álvarez, (2010), plantea la necesidad de “considerar todos los elementos que pueden conducir
a un proceso educativo”(p.32); es decir, que la praxis docente debe suponer innovación constante, creatividad, expansión de la imaginación, desarrollo del pensamiento, intercambio de ideas, perfeccionamiento académico, áulico, de estrategias, de talleres, de momentos de reflexión, de consenso de proyectos, de puntos de vistas, de acercamiento a la realidad y de propuestas visionarias con salida laboral. De tal manera, que la praxis del docente tal como lo expresa Briones (2010): Es un producto de una compleja articulación entre las teorías vulgares y las científicas, entre el saber, el enseñar y el aprender, entre el conocimiento sabio y el conocimiento artesanal, poniendo en juego estrategias, contenidos, teorías y prácticas sistemáticas como también asistemáticas.(p.38)
Por ello, este complejo proceso y producto donde el docente logra construir y apropiarse del saber para poder desenvolverse en su espacio y cumplir con una práctica fehacientemente se lo denomina conocimiento profesional. No puede pensarse la construcción del conocimiento desde una formación práctica como apéndice de la teoría sino como una complejidad en la que se debe constantemente reflexionar sobre los propios supuestos, creencias, teorías, experiencias, investigaciones o esquemas de acción en forma articulada. A este respecto, hablar actualmente de educación a nivel universitaria y más aún en el campo transdisciplinario, es hacer referencia a los vertiginosos cambios de la tecnología y el impacto de la globalización en el mundo educativo. La formación que se le brinde al profesional de la Venezuela de hoy debe partir de la realidad circundante y responder a las necesidades que éstas implican. La educación es la fuente de los valores donde se aprenden las grandes virtudes. Su importancia consiste en que el hombre logre su propia autodeterminación como persona. Ahora bien, vislumbramos la educación desde su contexto y desde los diversos entes que influyen en la formación de los educandos, partiendo de la realidad vertiginosa que nos exige una educación innovadora y efectiva para alcanzar un profesional de la docencia innovador, creativo y efectivo.
Cabe destacar, que en el análisis de la situación que enfrenta hoy la educación universitaria, la crisis de la praxis del docente, fallas referentes a la visión transdisciplinaria en la formación de valores, ha ocupado lugar destacado en los últimos años. Las observaciones de nuevos rumbos provienen de la necesidad sentida de formar al profesional a partir de un enfoque que trascienda lo disciplinario, de interacción y diálogo del saber enseñar y el saber axiológico pedagógico. Las discusiones realizadas entre quienes detentan los saberes específicos de las disciplinas que enseñan y quienes detenten el saber pedagógico para su transmisión, concluyen que en el ejercicio de la profesión docente, ha prevalecido el saber disciplinario en detrimento de otros saberes, de la diversidad, de la complejidad, de la totalidad. Por otra parte, entre el docente y el discente existe una inmensa barrera que impide la verdadera interrelación y el crecimiento personal. El espacio educativo universitario no resulta el más idóneo para el desarrollo de un proceso que debe estar signado por la flexibilidad, la camaradería y el compromiso académico en pos de los objetivos comunes; por el contrario, todo conspira para que la comunicación sea vertical, inefectiva, controladora y punitiva: el sistema, los reglamentos, el ambiente de aula, entre otros. Por las razones expuestas me dispongo a abordar: La Praxis del Docente Frente a la Necesidad Transdisciplinaria de Formación de Valores en la Educación Universitaria En consideración a los planteamientos hasta aquí desarrollados pretendo comprender, la necesidad de ver a la universidad como la generadora del potencial humano que se necesita para la transformación y desarrollo de la praxis docente, reflexionar sobre el sentido transdisciplinario involucrado a la formación de valores. Es de hacer notar, que la justificación de esta investigación está relacionada directamente con las propuestas educativas del siglo XXI, donde se procura que la Universidad sea definida como una organización social compleja con finalidades educativas, que posea un potencial de transformación social que incluye a los docentes como entes partícipes que guían las acciones de las comunidades educativas.
Por otra parte se busca que, el docente debe equilibrar su praxis en factores tales como las características de los estudiantes y de su familia, las expectativas de los padres, el entorno social y geográfico, los objetivos y valores que están establecidos en el sistema educativo, éstos a su vez que influyan en todos los centros docentes. Además, se debe reflejar una sólida formación pedagógica, autónoma, gerencial, mediadora e investigadora de procesos transdisciplinarios, y promover a la comunidad hacia la autogestión de su propio desarrollo. Sobre este particular, el informe del Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria (2011), referido a las políticas, programas y estrategias en materia educativa, afirma que “el sistema educativo se propone construir un modelo de Universidad en la cual el docente sea el sujeto clave del cambio” (p.49). Esto indica, que tendrá que enfrentarse a un proceso de desarrollo acelerado que impulse nuevas tecnologías, nuevas formas de vida y mayores riesgos de pérdidas de identidad y de otros valores ya establecidos en el canon moral propio de la sociedad venezolana. Por consiguiente, frente a una visión del docente definida por sus rasgos personales de eficacia y dinamismo, su capacidad de organización y su habilidad para actuar en las diversas situaciones de la universidad debe empezar a definir un estilo diferente de ejercer las funciones educativas, basadas cada vez más en el esfuerzo transdisciplinarios de aunar voluntades en proyectos compartidos, en la sensibilidad ante las nuevas situaciones, en la habilidad para adaptar el funcionamiento de la universidad a los objetivos que se proponen. De igual manera esta investigación se justifica a través de los siguientes aspectos: En el Ámbito Pedagógico: Se desarrollará una investigación que enriquecerá el propósito de las ciencias educativas aportando conocimientos, acerca de las diferentes técnicas metodologicas que aporta la motivación en el hábito de aprendizaje. En el Ámbito Teórico: la investigación propuesta permitirá la revisión de otras investigaciones hechas con anterioridad, que de alguna manera guardan relación con la primera y sirven como antecedente para mejorar la ejecución de la misma. Por otro lado, se establecerán bases teóricas, conceptos básicos propios del tema en estudio
¿Que tipo de actividades Curriculares se pueden aplicar para el logro de una eficiente educación de valores en las universidades venezolanas? Al respecto, el objetivo general de la investigación se busca analizar la Praxis del Docente Frente a la Necesidad Transdisciplinaria de Formación de Valores en la Educación Universitaria. Por lo tanto los objetivos específicos, derivados del objetivo general, se tienen los siguientes: Describir los elementos teóricos para la incorporación de la praxis profesional del docente en los saberes transdisciplinarios universitarios. Especificar la Fundamentacion teórica de los valores que deben fomentarse en la educación Universitaria venezolana. Exponer teóricamente el tipo de actividades Curriculares que se pueden aplicar para el logro de una eficiente educación de valores en las universidades venezolanas.
La docencia universitaria como profesión comprende aspectos científicos, técnicos y del quehacer cotidiano que exigen reflexión, creación y transformación permanente que constituye la praxis educativa, entendida ésta, como la reflexión y acción del docente sobre su práctica para transformarla. Referente a esto Delgado (2010), afirma que “La praxis es una práctica social que se concibe como un conjunto de actuaciones de los actores sociales, con las que se pretende satisfacer sus necesidades y que implica unas acciones operativas, de actitudes y comportamientos. “(p.21) Así mismo, en el contexto educativo, los términos praxis y práctica tienden a ser utilizados indistintamente. En la praxis reside el éxito del docente, su efectividad y acierto con los estudiantes; una cualidad innata del docente relacionada con su capacidad comunicativa, de manejo de grupos, relaciones humanas, de autoridad ganada en la comprensión de situaciones y en la intuición de su manejo; en tanto que la práctica es entendida como el modo instrumental, técnico, preforma tizado, repetitivo del saber enseñar. En este sentido, en el análisis de la situación que enfrenta hoy la educación universitaria, la crisis de la praxis del docente ha ocupado lugar destacado en los últimos años. Las observaciones de nuevos rumbos provienen de la necesidad sentida de formar al profesional a partir de un enfoque que trascienda lo disciplinario, de interacción y diálogo del saber enseñar y el saber pedagógico. Por otra parte, las discusiones realizadas entre quienes detentan los saberes específicos de las disciplinas que enseñan y quienes detenten el saber pedagógico para su transmisión, concluyen que en el ejercicio de la profesión docente, ha
mundo actual, y la unidad del conocimiento, uno de sus imperativos. Por consiguiente, estos conceptos surgen con el propósito de unir lo desunido, de establecer un diálogo entre disciplinas y demás saberes que permitan a docentes, investigadores y estudiantes acercarse a la realidad. Tanto es así, que la praxis del docente adolece de la necesaria transdisciplinariedad en la ejecución curricular, tanto en el saber específico por enseñar, como lo pedagógico y del quehacer pedagógico, las condiciones sociales e históricas de la educación, el proyecto de persona que se busca, los determinantes sicológicos del aprendizaje y de desarrollo humano, que requieren la convergencia de disciplinas como la sociología, psicología, la lingüística y la filosofía que con la formación pedagógica propiamente dicha, y con la experiencia de la vida trasciendan lo disciplinar, multidisciplinar y lo interdisciplinario. Vale acotar, que en el discurso convencional de la práctica docente, difícilmente se concilia el manejo científico de la disciplina enseñada con el proceso pedagógico y la transformación de su propia práctica a la luz de las condiciones sobre determinantes ya enunciados. ¿Cómo superar esta crisis?, ¿Cómo incorporar a la praxis profesional del docente los saberes transdiciplinarios? Púes bien, en las crisis es menester redoblar esfuerzos para encontrar salidas, innovar esquemas, haciendo a un lado preconcepciones ancladas en etapas pasadas, por esto se busca desarrollar en los ambientes de aprendizaje, una pedagogía que conciba al ser humano como un ser único e independiente, un ser espiritual, que se interrelacione, que busca autonomía de ser y de existir, sensible ante sus propia exigencias y las de su comunidad; catalizador de su propio destino y constructor de su propia historia con decisión y responsabilidad. Resulta claro exponer, que a través de la praxis educativa desde la visión transdisciplinaria, se orientará al discente en el proceso de comprensión del mundo y su realidad, convirtiéndolo en un profesional bien informado y motivado por los problemas de la sociedad, provisto de un sentido crítico y en capacidad de reaccionar ante las nuevas tensiones del planeta.
En efecto y con respecto a la educación universitaria, la opinión pública venezolana y en particular hacia el interior de este espacio educativo, se cuestiona intensamente sus resultados, su lentitud para cambiar, y sobre todo, el desfase respecto a las nuevas realidades del mundo. Se enfatiza en lo relacionado con el docente y sus didácticas de enseñanza, sus conocimientos científicos, su actualización de saberes, sus competencias pedagógicas, sus estrategias de enseñanza, y su modo de actuar; Es decir, se le cuestiona su inercia mental, su capacidad para comprender su práctica y generar los cambios necesarios para mejorarla, su competencia para hacer de la clase un espacio de interés y motivante para el aprendizaje. Sin embargo, en el escenario de la educación universitaria venezolana, la mayoría de los docentes son profesionales sin formación pedagógica. Ahora bien, durante décadas los requisitos de la docencia universitaria venezolana se han centrado en sus competencias técnicas disciplinarias, sin considerar la formación pedagógica como elemento indispensable de esta actividad. En consecuencia, en su práctica docente imperan los postulados tradicionales de la enseñanza, centrados en la enseñanza-aprendizaje de relación unidireccional, vertical, desvinculada de las realidades diversas, del sujeto que aprende, autosuficiente, de imposición y de poder del docente hacia el estudiante. No obstante, como lo menciona Carmona (ob.cit), en la actualidad, “tanto en las instituciones como en las políticas de educación universitaria, se realizan esfuerzos para que los nuevos diseños curriculares incluyan un pensamiento integral, holístico, interdisciplinario y transdisciplinario,”(p.91), además que formen profesionales con pensamiento crítico, capaces de abordar planteamientos complejos, y preparados para dar respuestas viables, confiables y con equidad a los planteamientos de la realidad. De este modo, la praxis del docente universitario, debe estar centrada en la pertinencia, colaboración y solidaridad, despojada de todos los males del cientificismo: rigidez en los programas de estudios, escasa respuesta a las demandas
surgen con el propósito de unir las diferentes áreas del conocimiento que permitan a docentes, investigadores y estudiantes acercarse a la realidad. Comparativamente, en la actualidad tanto en los organismos internacionales como en las políticas de educación superior nacionales e institucionales se realizan esfuerzos para que los nuevos diseños curriculares incluyan y se realicen bajo un pensamiento integral, holístico, multidisciplinario, interdisciplinario y hasta transdisciplinario, que formen profesionales con pensamiento crítico, capaces de abordar planteamientos complejos y, sobre todo, que estén preparados para dar respuestas viables, confiables y con equidad a los planteamientos de la realidad. No obstante, un obsoleto sistema legislativo en materia de educación, particularmente en el contexto de la educación superior venezolana, ha dificultado los avances que en materia de transdisciplinariedad han aportado las políticas públicas en la praxis educativa. Así como también han sido poco fructíferos los esfuerzos realizados desde las instituciones de educación superior en ajustar y actualizar sus diseños curriculares con este enfoque transdisciplinario y colocarlos a tono con las políticas y estrategias que desde el Ministerio de Educación Superior de Venezuela se han trazado.
La Universidad: Escenario Propicio para la Transdisciplinariedad
Día a día los integrantes de la comunidad universitaria nos percatamos de los requerimientos que en materia de seguridad social, educación, salud, entre otros, nos exige la colectividad. Son las instituciones de educación superior y principalmente las universidades las llamadas a dar respuestas innovadoras, con equidad, pertinencia y calidad, a tales demandas, por ser ellas centros por excelencia de producción de saberes. De hecho, estos planteamientos sociales emanan del medio y emprender estos desarrollos requiere de un pensamiento complejo, tal como lo hemos referido en párrafos precedentes. Por tal razón el enfoque transdisciplinario es capaz de resolver
y dar respuestas cónsonas con su entorno. Pero alcanzar tal nivel de análisis y perspectiva requiere de un desarrollo intelectual capaz de crear un proceso coherente, sistematizado y ordenado que conduzca a la producción de conocimientos, que serán la respuesta a los planteamientos sociales. De lo antes descrito surgen ciertas interrogantes: ¿cómo abordar un pensamiento complejo?, ¿cómo acercarnos a las respuestas viables, pertinentes y de calidad?, aún más, ¿cómo y dónde acercar las diferentes áreas del conocimiento? Para dar respuestas a estas interrogantes es necesario transitar a través de la transdisciplinariedad. Como señalamos al inicio de nuestro artículo, este enfoque ha sido planteado y argumentado por investigadores de la educación, tal es el caso de Morin (ob.cit), refiere el autor: "la realidad es compleja...y a través de la transdisciplinariedad nos acercaremos a ella". (p.32) Visto de esta forma, nos topamos ahora frente a ciertas tradiciones que ven la transdisciplinariedad como rezago y no como característica de una determinada sociedad del conocimiento. Ciertas concepciones presumen el desarrollo del saber y la cultura bajo la óptica de la homogeneización y no de la pluralización, generando lenguajes simbólicos unitarios y discursos que en la mayoría de los casos la neutralizan aparentando ser progresistas. Si bien es cierto, que esta postura dificulta el diálogo entre las diferentes áreas del conocimiento y por esencia a la propuesta transdisciplinaria para la educación superior venezolana. La frontera entre ellas, su lenguaje y sus conceptos propios, aíslan una disciplina con relación a las otras y también con relación a los problemas que entre ellas surgen. En este sentido, la rapidez por alcanzar el dinamismo del saber y el desarrollo del conocimiento nos induce a correr el riesgo de perder la orientación del descubrimiento y de la realidad, propósito que perseguimos los que incursionamos en la producción del saber. En esa carrera logramos que se forme lo que Morin (ob.cit) llama "Espíritu hiperdisciplinario", es decir, "un espíritu de propietario que prohíbe toda incursión
1999). La alternativa para dar soluciones a las carencias sociales es poner a dialogar a las diferentes disciplinas, para que en el mejor de los casos emitan respuestas oportunas, viables y confiables. Al respecto y como la temática central gira alrededor del análisis de la transdisciplinariedad, lo pedagógico conceptualmente se aproxima a la intención de ella. Pensamos que el planteamiento es fácilmente justificable en el ámbito universitario, pues si lo que deseamos es una institución de calidad y pertinencia, ésta debe incentivar la participación holística de sus docentes y alumnos en los procesos de capacitación y mejoramiento pedagógicos, De esta manera, origina el significando los espacios de reflexión continua en las diferentes áreas del conocimiento, sobre los problemas específicos de la enseñanza y el aprendizaje, desde la perspectiva de cada disciplina con proyección transdisciplinaria. Con este enfoque será importante crear una buena disposición de análisis, discusión y mejoramiento de las prácticas pedagógicas en cada espacio del saber, justificando la importancia del rol que cumple la metodología transdisciplinaria al momento de abordar su objeto de estudio. Ciertamente esta reflexión referente a la pedagogía no debe ser desvinculada del debate científico propio de cada comunidad académica, ya que se correría el peligro de perfilar metodologías de enseñanza alejadas de la realidad, es decir, de los procedimientos a través de los cuales en cada disciplina se construye el conocimiento. Solamente a partir de un sólido compromiso con la ciencia y sus distintas formas de abordar sus objetos de conocimiento, "se podrán sentar las bases de una verdadera pedagogía universitaria En lo esencial, la problemática transdisciplinaria la abordamos y tiene que ver con la pedagogía en la Educación Superior , que se levanta y es vinculante con la idea de la calidad y la pertinencia, ubicándose en el contexto institucional, nacional e internacional, asociado a los paradigmas sobre los cuales se desarrolla la universidad venezolana, como lo es: una sociedad que solicita se entreguen cuentas, una sociedad
que clama porque la producción de saberes sea pertinente para solucionar sus necesidades Sin embargo, si nos detenemos a analizar comparativamente lo que ocurre en nuestras instituciones de educación superior, encontramos, por ejemplo, dos áreas del conocimiento; una en el contexto particular de las ciencias empíricas y otra las sociales, desde el punto de vista de los argumentos ideológicos y filosóficos, percibiremos que en la primera, en la mayoría de los casos, el sujeto se aísla del objeto, al respecto refiere Morin (ob.cit): que El paradigma cartesiano separa el sujeto del objeto con una esfera propia de cada uno: la filosofía y la investigación reflexiva por un lado, la ciencia y la investigación objetiva por el otro, es decir, dos extremos: Sujeto- Objeto, Alma-Cuerpo, Calidad-Cantidad, Espíritu-Materia, Sentimiento- Razón, Libertad-Determinismo, Existencia-Esencia. (p.103)
Visto de esta manera, se determina, así, una doble posición; por un lado objetos sometidos a observaciones, planteándose problemas de existencia y manipulaciones; por el otro, un mundo de sujetos formulándose problemas de existencia, de comunicación, de conciencia y de destino. Así, el paradigma puede al mismo tiempo dilucidar y cegar, revelar y ocultar. Si bien es cierto y para tener claras las ideas plasmadas, debemos precisar que en el ámbito de la ciencia la idea de los paradigmas y sus cambios fue resaltada y difundida por el investigador Kuhn (1992), citado por Fernández (ob.cit), para este autor “un paradigma científico es un conjunto de logros compartidos por una comunidad científica, empleados para difundir legítimamente problemas y buscar soluciones”(p.76), por lo que investigadores que comparten un mismo paradigma están bajo el dominio de las mismas reglas, normas y prácticas científicas, claro está que existen períodos y épocas en las cuales el paradigma cambia, Kuhn las denominó revoluciones científicas. Habida cuenta, se puede asumir que la transdisciplinariedad emana gracias al cambio de paradigma, nace como consecuencia de las "revoluciones científicas. La