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El mundo ha sido creado para la gloria de Dios.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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61 En el reino de los fines todo tiene o un precio o una dignidad. Lo que tiene un precio se puede sustituir por algo equivalente, pero aquello que está por encima de todo precio, y por ello no admite equivalente, esto tiene dignidad. IMM ANUEL K ANT (1724-1804), filósofo alemán, Fundamentación de la metafísica de las costum- bres II (1785) Es fundamental para la dimensión social de la natu- raleza humana que fuéramos creados como hombre y mujer (Gén 2,23). Desde el primer momento, hom- bre y mujer tienen la misma dignidad. Se ayudan y se complementan a lo largo de toda su vida. Dios hace que la unión plena de amor entre hombre y mujer sea fructífera gracias a sus hijos. Es por ello que la familia es la célula primera de cada sociedad. 110, 111 360–361 61, 64 3 – l a persona humana La dignidad de la persona, los de- rechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la persona- lidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social. Constitución Española, artículo 10. 49 ¿Qué significa vivir en sociedad? Las primeras vivencias y experiencias de lo social suceden en la célula pri- mera de la sociedad, que es la familia. La familia progresa viviendo en diá- logo, desarrollando una relación de comunión recíproca y subordinando los intereses individuales a los de la comunidad y al bien común. La familia no es solo creadora –como lo fue Dios– por dar vida a los hijos, sino que los seres humanos participamos también del poder creador de Dios en tanto que somos seres sociales y nos relaciona- mos con los demás. Y, además, somos también custodios de la creación y de cada una de las vidas personales que hay. Cada vida es sagrada e inviolable , siempre y en todo lugar. Nuestro com- promiso social se extiende también a los animales, que debemos tratar con cariño, y concierne también a la na- turaleza, que no debemos explotar, sino manejar de manera sostenible y responsable. En el centro de la doc- trina social católica, no obstante, se
62 encuentra la persona humana. Ella es el fundamento de la sociedad y, por eso, ha de ser también ella la prioridad de toda actuación social. 105–107, 110–114 1877–1885 321– 50 ¿Cuáles son los lastres de la persona? La persona humana y su dignidad están sometidas a múltiples heridas y amenazas. El momento decisivo de la perturbación y de la destrucción lo llamamos «pe- cado». Adán, que por el «pecado original» se enfrentó a Dios, es en cierta manera el prototipo humano de aquel que no puede hacer otra cosa más que pecar y herir. Todos somos hombres y todos somos pecadores, herimos a los otros con nuestra forma de vida pecado- ra, y por ello la tierra ha dejado de ser un paraíso. En cada momento podríamos renegar del pecado, pero su fuerza llega hasta lo más profundo de nosotros, ahí donde reside la libertad. Y, entonces, practicamos voluntariamente el mal enfrentándonos libremente a la voluntad de Dios y separándonos de la fuente de la vida, esto es, de Dios. 117, 120, 576, 578 390, 396–406, 415 66–70, 287–288, 315 51 ¿Tiene el pecado también una dimensión social? El pecado es siempre un acto libre y consciente de la persona, pero su impacto llega hasta el ámbito de las relaciones, por lo que afecta a toda la sociedad. Por lo tanto, cada pecado tiene al mismo tiempo una dimensión personal y una social: es malo para el pe- cador en sí, pero al mismo tiempo hiere a la sociedad y a los demás, «y así estas mismas estructuras se re- fuerzan, se difunden y son fuente de otros pecados, condicionando la conducta de los hombres» (papa san Juan Pablo II, SRS 36). Podemos encontrar ejem- plos en los sistemas políticos que ejercen un poder El mal es una pri- vación del bien. SANTO TOM Á S DE AQUINO, Summa Theologiae I-II, q. 18, art. 818, a. 8 Arrancaban a las criaturitas del pecho de sus madres y las lanzaban contra las piedras. A los hombres les cortaban las manos. A otros los amarraban con paja seca y los quema- ban vivos. Y les clavaban una estaca en la boca para que no se oyeran los gritos. BARTOLOMÉ DE L A S C A SA S (1484-1566), monje dominico y «Apóstol de las Indias», en su escrito contra los colonizadores Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. 1 JN 1, Debemos amar a nuestro prójimo: o porque es bueno o para que se vuelva bueno. SAN AGUS TÍN Grande contento es para el alma entender que nunca Dios falta del alma, aunque esté en pecado mortal, cuanto menos de la que está en gracia. SAN JUAN DE L A CRUZ (1542-1591), místico español, Doctor de la Iglesia y poeta únic a e irrepetiblemente valiosa
64 3 – einmalig und unendlich wert voll (^52) ¿En qué consiste la unidad de la persona humana? El hombre es cuerpo y alma, pero no son dos rea- lidades separadas. Las personas se constituyen de una unidad de alma y cuerpo. Mientras que el ma- terialismo hace del alma una mera manifestación de la materia y del cuerpo, el espiritualismo desprecia el cuerpo en favor del alma. Pero la Iglesia rechaza ambas doctrinas. Nuestro cuerpo no es la prisión del alma, el alma es la esencia del hombre vivo. El hom- bre, que está vinculado por su cuerpo a este mundo como parte de la naturaleza, encuentra además en el alma su propia identidad personal (su «yo»), y es su alma la que mira hacia Dios y la que es contem- plada por Él; esto la convierte en inmortal. Sin em- bargo, el cuerpo no ha de despreciarse jamás, pues fue creado por Dios y destinado a la resurrección del último día. Jesús conoció el sufrimiento corporal y lo santificó. Así, el hombre es al mismo tiempo un ser material y espiritual. 127–129 355–357, 380 58 (^53) ¿Por qué piensa el ser humano más allá de sí mismo? En toda la creación solo el ser humano está abierto al Infinito, solo él tiene hambre de respuestas últimas. Nuestro entendi- miento se extien- de en su operación hasta lo infinito. SANTO TOM Á S DE AQUINO, Summa contra gentiles I, 43 tr ascendencia Del latín, transcende- re (= superar, sobrepa- sar). El hombre tiende solo por su existencia al más allá y no se puede entender sin su relación con Dios. No descuides tu propia alma: si queda descuidada tu alma no podrás darles a los demás lo que debe- rías. Debes por ello tener tiempo para ti mismo y también para tu alma. SAN C ARLOS BORROMEO (1538-1574), cardenal y arzo- bispo de Milán En Hollywood te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma. M ARILYN MONROE (1926- 1962), estrella americana de Hollywood
65 La filosofía afirma que el ser humano está abierto a la → Trascendencia, que puede ir más allá de sí mismo. El hombre retorna a sí mismo una vez que ha com- prendido lo que es más grande y más importante que él, es decir: a Dios, la fuente de toda vida. Y puesto que el hombre está abierto a Dios, puede estar abierto también a los demás y encontrarse con ellos, valorán- dolos con aprecio. La comunidad, el diálogo y el reco- nocimiento del otro le ayudan a acercarse a sí mismo. 130 27–30, 1718–1719, 1725, 2548–2550, 2257 3–4, 281, 468, 470 No somos el pro- ducto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensa- miento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario. PAPA BENEDIC TO X VI, homilía en el solemne inicio del Ministerio Petrino el 24 de abril de 2005 Reconocer al otro es reconocer un hambre. Reconocer al otro es dar… La mirada del extranjero, de la viuda o del huérfano solo las puedo reconocer al dar o al negar. EMM ANUEL LE VINA S (1906- 1995), filósofo judeofrancés, Totalidad e infinito (1961) El humanitarismo consiste en no sacrificar jamás un ser humano por un fin. ALBERT SCHWEIT ZER 54 ¿Qué hace que cada ser humano sea único? Cada uno es único porque Dios lo quiso como perso- na irrepetible, lo creó por amor y lo redimió con un amor aún mayor. Esto nos muestra cuál es la dignidad humana y qué importante es tomar en serio a cada persona y tratarla con aprecio. Este deber sirve igual- mente para sistemas políticos e instituciones, pues también ellos han de respetar la libertad y la dignidad de la persona humana. Y no solo eso: han de promo- cionar igualmente el desarrollo integral de la persona. Ninguna comunidad puede excluir del desarrollo a in- dividuos o a grupos. 131 2419–2420, 2422–2423 438 55 ¿Qué le debe la sociedad a cada una de las personas? Una sociedad justa debe respetar y promover la dig- nidad de la persona humana. El orden social debe subordinarse a la persona y corresponderse con las La hora más importante es siempre la presente. El hombre más importante es siempre el que está delante de ti. Y la obra más importante es siem- pre el amor. M AE S TRO ECKHART (1260-1328), místico alemán 3 – l a persona humana
67 La libertad ha de orientarse en todo momento a la ley natural y al orden de la creación (= la manera en que Dios ha organizado todo con un sentido). La verdad sobre el bien y el mal la podemos conocer mediante nuestra conciencia. La conciencia es algo así como la voz interna de la verdad, es la ley natural que fue es- crita en los corazones de todos los hombres (Rom 2,15). Con nuestra razón percibimos en nuestra conciencia los valores buenos, que lo serán para siempre. Mentir, robar o matar no serán jamás buenos. Sin embargo, la conciencia se puede equivocar: la libertad no siem- pre está inclinada al verdadero bien, sino que con fre- cuencia prefiere la cerrazón egoísta, aquello que solo es bueno en apariencia. Por ello se ha de educar la conciencia y dejarse instruir en los valores verdade- ros. También la libertad requiere de la liberación de Jesucristo para la consumación del auténtico bien. 16, 138–143 1705–1706, 1730–1733, 1738, 1740–1744 288– Todos los animales son igua- les, pero algunos animales son más iguales que otros. GEORGE ORWELL , Rebelión en la granja → a calcularlo y contro- larlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. PAPA FR ANCISCO, EG 280 58 ¿Hay diferencias fundamentales entre los seres humanos? No. Dios creó a todas las personas a su imagen y se- mejanza, dotándolas de una dignidad que no se pue- de perder, independientemente de su sexo, origen, religión o color de piel. Por ello, se han de superar las El descuido en el empeño de cultivar y mantener una relación adecuada con el vecino, hacia el cual tengo el deber del cuidado y de la custodia, destruye mi relación interior conmigo mismo, con los demás, con Dios y con la tierra. Cuando todas estas rela- ciones son descuidadas, cuando la justicia ya no habita en la tierra, la Bi- blia nos dice que toda la vida está en peligro. Esto es lo que nos enseña la narración sobre Noé, […] que todo está relacio- nado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras rela- ciones con la naturaleza es inseparable → → de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás. PAPA FR ANCISCO, LS 70 3 – l a persona humana
68 injusticias entre los sexos o entre los pueblos en favor del crecimiento personal, las condiciones de equidad y la dignidad de todos. 144–145 1934–1935 330– 59 ¿En qué son iguales y en qué son diferentes el hombre y la mujer? Dios ha creado a hombre y mujer como individuos de igual dignidad. Sin embargo, Dios no creó al ser humano como un sujeto abstracto, sino que lo hizo masculino o femenino diferenciando una identidad sexual. Dios los creó para que se complementaran y se necesitaran mutuamente en lo fundamental, sin que ninguno de los dos sexos domine o excluya al otro (machismo, feminismo radical). Ser hombre o ser mujer significa por tanto algo más que asu- mir un mero papel: para la visión cristiana, en su relación de amor el hombre y la mujer son el reflejo perfecto de Dios. 146–147 2331–2336 330– (^60) ¿Qué dice la Iglesia acerca de la discriminación de las personas minusválidas? Según la interpretación de la doctrina social católica, la justicia social se realiza cuando todos los miembros de una sociedad pueden participar de la vida social, económica, política y cultural. Toda discriminación que aleje a las personas de dicha participación es una violación de la justicia. Por ello, es un deber del Esta- do y de la sociedad promover las circunstancias que garanticen la participación de las personas minusváli- das. Ni la dignidad de la persona humana depende de la facultad corporal o espiritual, ni el reconocimiento de la persona se puede definir por su contribución o su eficiencia. 148 1936–1937 331 Querer a alguien significa poder verlo tal y como Dios lo pensó. FIÓDOR M. DOS TOIE VSKI La Iglesia recono- ce el indispensa- ble aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intui- ción y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. […] Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una pre- sencia femenina más in- cisiva en la Iglesia. […] El sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión, pero puede volverse particularmente con- flictiva si se identifica demasiado la potestad sacramental con el po- der. […] En la Iglesia las funciones «no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros». De hecho, una mujer, María, es más importante que los obispos. PAPA FR ANCISCO, EG 103- únic a e irrepetiblemente valiosa
70 (^62) ¿Por qué el ser humano actúa en ocasiones contra la comunidad? Aunque el hombre es un ser social, en ocasiones tam- bién actúa asocialmente: el egoísmo, la codicia y la so- berbia lo llevan a veces a someter a los demás con inten- ciones equivocadas, así como a explotarlos, abusar de ellos o dejarlos indefensos. La comunidad verdadera, sin embargo, es una unión libre de los hombres que buscan el bien para sí mismos y para otros, y que solo de esta manera llegan al → Bien común que tan difícil resulta de alcanzar al hombre individual separado de los demás. Pueden servir como ejemplos la construcción de un po- lideportivo, que es algo que solo se puede financiar en grupo, o el trabajo de una orquesta, que solo suena bien cuando en ella se reúnen múltiples talentos. 150–151 1882, 1931 327– 63 ¿Cuál es el significado de los derechos humanos? La Declaración Universal de los Derechos del Hombre (Naciones Unidas, 1948) es, según dijo el papa san Juan Pablo II, «una piedra miliar en el camino del progreso moral de la humanidad» (2 de octubre de 1979). 152 1930 136 Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para que pudieras seguir escri- biéndolo. FR ANÇOIS M ARIE VOLTAIRE (1694-1778), escritor, historiador, filósofo y abogado francés, uno de los principales representantes de la Ilustración Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Art. 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos Negarle a la gente los derechos hu- manos es maltratarla en su propia humanidad. NEL SON M ANDEL A (1918- 2013), 26 de junio de 1990 bien común El bien común es lo que es bueno para todos. «El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor pleni- tud y facilidad su propia perfección» (concilio Vaticano II, GS 74). (^64) ¿De dónde vienen los derechos humanos? Los derechos humanos no son ni una invención de ju- ristas ni un acuerdo arbitrario de hombres de Estado bondadosos; se trata más bien de los derechos pri- marios propios de la naturaleza humana. Se los reco- noce como la base fundamental de un entendimiento únic a e irrepetiblemente valiosa
71 sin fronteras para una vida en libertad, con dignidad e igualdad. Son reconocibles por medio de la razón y tienen su raíz última en la dignidad que es propia del ser humano en virtud de su carácter de imagen de Dios. Por ese motivo, estos derechos son universa- les, es decir, no dependen ni del tiempo ni del lugar. Son inviolables porque lo es su fundamento, que es la dignidad del hombre, y también son inalienables , es decir, no se puede privar a nadie de estos derechos (y no hay nadie que tenga el poder de atribuírselos o negárselos a otra persona). Los derechos humanos se han de reconocer asimismo en su totalidad y han de protegerse de la falsificación ideológica. Todos, pero especialmente los cristianos, debemos alzar la voz ante las violaciones a los derechos humanos o cuando en algún país no se reconozcan (aún). 153–154 1701–1709 280 (^65) ¿De qué tratan en concreto los derechos humanos? El derecho a la vida es el derecho fundamental del hombre, y entra en vigor desde la concepción, pues ya desde este momento se ha de considerar al ser hu- mano como persona. El derecho a la libertad de ex- presión es otro de los derechos humanos. Asimismo, no se puede privar a nadie de su derecho a participar del trabajo para el sustento propio y el de su familia. El anhelo de fundar una familia, de tener hijos y de educarlos uno mismo es también un derecho humano. Es también muy importante el derecho a la libertad religiosa y la libre elección de su ejercicio: no puede darse coacción alguna en cuestiones religiosas. 155 66 ¿Qué relación existe entre derechos y deberes? Aquel que comprende los derechos está asumiendo al mismo tiempo los deberes y las responsabilidades Sobre la base de la convicción de la existencia de un Dios creador, se ha desarro- llado el concepto de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la conciencia de la inviolabilidad de la dig- nidad humana de cada persona y el reconoci- miento de la responsabi- lidad de los hombres por su conducta. PAPA BENEDIC TO X VI, discurso en el Bundestag, 22 de septiembre de 2011 Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de la vida, se procura presen- tar su postura como algo ideológico, oscurantis- ta y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras difi- cultades. PAPA FR ANCISCO, EG 213 3 – l a persona humana
pretexto para la negación interna de los derechos hu- manos o para la represión de las minorías. 157 446– 68 ¿Cómo se pueden inculcar los derechos humanos y el derecho de los pueblos? Todos los días asistimos a diferentes formas de violencia: genocidios, guerras y deportaciones, hambrunas y explo- taciones; se reclutan niños soldado a los que se obliga a matar, o se expanden nuevas formas de esclavitud. Asi- mismo, el tráfico de seres humanos, la prostitución y las drogas se han convertido en un negocio millonario en el que se han visto involucradas fuerzas políticas e incluso algunos gobiernos. Por ello, los cristianos no solo debe- mos apelar a los derechos humanos para protegernos a nosotros mismos, sino que debemos saber que también tenemos la tarea de defender y de fortalecer los dere- chos fundamentales de todos los seres humanos. Por este motivo, la Iglesia se ha comprometido a defender el ejercicio universal y la práctica de los derechos humanos en cualquier lugar y circunstancia, así como a respetarlos dentro de ella misma. 158–159 1913–1917 329 No maltratarás ni oprimirás al emi- grante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. É X 22 , 20 En el campo de un nuevo orden funda- do sobre los principios morales no hay lugar para la lesión de la libertad, de la integridad y de la seguridad de otras nacio- nes, cualquiera que sea su extensión territorial o su capacidad defensiva. Si es inevitable que los grandes Estados, por sus mayores posibilidades y su pode- río, tracen el camino para la constitución de grupos económicos entre ellos y las naciones más pe- queñas y más débiles, es, sin embargo, indiscutible –como para todos, en el marco del interés general– el derecho de estas al res- peto de su libertad en el campo político, a la eficaz guarda de aquella neu- tralidad en los conflictos entre los Estados que les corresponde según el de- recho natural y de gentes, a la tutela de su propio desarrollo económico, pues tan solo así podrán conseguir adecuadamente el bien común, el bienes- tar material y espiritual del propio pueblo. PAPA PÍO XII, radiomensaje de Navidad de 1941
74 El amor de Dios no hace diferencia entre el recién concebi- do, aún en el seno de su madre, y el niño o el joven o el hombre maduro o el anciano. No hace diferen- cia porque en cada uno de ellos ve la huella de su imagen y semejanza. […] Por eso el Magisterio de la Iglesia ha proclamado constantemente el carác- ter sagrado e inviolable de toda vida humana, desde su concepción hasta su fin natural. PAPA BENEDIC TO X VI, 27 de febrero de 2006 69 ¿De qué trata la bioética? La palabra «bioética», que está formada por las pa- labras griegas bios (= vida) y ethos (= costumbre, uso, buenos hábitos), es la doctrina del buen trato a todos los seres vivos. La bioética no es solo una ética del medio ambiente en la que se investiga qué especies se han de conservar, qué entornos se han de proteger o cómo puede frenarse el cambio climático; una bioética acertada debe convertirse también en una ética del hombre, ya que la dignidad de la persona no se debate únicamente en cuestiones de investigación genética o en los casos de eutanasia (= ¿se puede suicidar uno o matar a otro ser humano ante un gran sufrimiento?). En el nacionalsocialismo se creó la expresión «vida indigna de ser vivida», que sirvió para que los nazis se creyeran, con sus crímenes, dueños de la vida y de único e irrepetiblemente valioso l a persona en l a bioétic a Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones. JER 1, 5 excurso
76 (^71) ¿Desde qué momento el hombre es persona? Algunos dicen que solamente se puede hablar de per- sona humana a partir del momento de su nacimien- to; otros incluso afirman que solo se es persona si se puede pensar y decidir. Los hay también que fijan el comienzo de la existencia humana en la formación del tallo cerebral o en la nidación. La Iglesia rechaza todas estas interpretaciones y defiende que la vida huma- na se inicia con la fusión del óvulo y el espermato- zoide. La Iglesia considera absolutamente merecedora de protección la vida que surge tras la fecundación, ya desde el inicio del estadio embrionario. Por tanto, desde ese mismo momento el embrión es un ser hu- mano íntegro y, como tal, tiene la misma dignidad que cualquier otra persona. De ahí que a esos miembros más débiles de la sociedad que van a nacer haya que tributarles el respeto debido a su dignidad. 2319, 2322–2323 56, 58, 62– (^72) ¿Cuándo la persona es especialmente amenazada? Especialmente al comienzo y al final de la vida, el hombre apenas puede defender por sí mismo su de- recho a la vida, su dignidad humana y su integridad personal. En estos momentos necesita a los demás, quienes han de reconocerle la dignidad inviolable y el carácter sagrado de su vida; los demás deben amar su vida y aceptarla, además de ayudarla, cuidarla, pro- tegerla, alimentarla y acompañarla. Se puede decir que desaparece la solidaridad cuando los necesitados son vistos únicamente como una carga. Los cristianos debemos alzar la voz por todos aquellos que no la tienen. Toda vida, incluso si está enferma o limitada, tiene una dignidad irrenunciable y no debe ser vista como inferior o carente de valor. 160, 458 2276, 2322
El ser humano corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de un mecanismo que lo trata como un simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que […] cuando la vida ya no sirve a dicho mecanismo se la descarta sin tantos reparos, como en el caso de los enfermos, los en- fermos terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer. […] Es el resultado inevitable de la «cultura del descarte» y del «con- sumismo exasperado». Al contrario, afirmar la dig- nidad de la persona sig- nifica reconocer el valor de la vida humana, que se nos da gratuitamente y, por eso, no puede ser objeto de intercambio o de comercio. PAPA FR ANCISCO, discurso al Parlamento Europeo, 25 de noviembre de 2014 únic a e irrepetiblemente valiosa
77 Me abstendré de aplicar a las muje- res pesarios abortivos. Del juramento de HIPÓCR ATE S (aprox. 460-370 a. C.) Hace siete años falleció nuestra hija Viviane Zoe por un aborto, […] nada de lo que pensamos o sentimos hoy en día al respecto puede hacer desaparecer su muerte. La madre, el padre y el hijo Leo en un anuncio, resaltado con un filo negro, en el perió- dico de izquierdas Taz Cuando un hom- bre deja de estar a salvo en el vientre de su madre, ¿dónde podrá sentirse entonces seguro en el mundo? PHIL BOSM ANS (1922-2012), escritor belga (^73) ¿Se pueden seleccionar embriones generados fuera del cuerpo? La eliminación de un embrión a causa del hallazgo de valores llamativos en los cromosomas atenta contra la obligación de respetar la dignidad humana, así como contra el derecho fundamental a la vida y a la invio- labilidad corporal. Se ha de defender de la discrimi- nación tanto a las personas minusválidas como a los embriones de los que se sospecha que puedan tener defectos. 235, 236 2275, 2323 385 74 ¿Por qué la Iglesia rechaza de manera general el aborto? El ser humano, desde que es concebido, goza de ple- nos derechos como persona y de una dignidad invio- lable. Por lo tanto, matar un embrión es siempre una actuación moralmente reprochable, independiente- mente de las circunstancias en que hubiera tenido lugar la concepción, del estadio de desarrollo en que se encuentre este nuevo hombre o de los problemas de salud con que pueda venir al mundo. El embrión no se convierte en hombre, sino que se desarrolla como hombre. Por eso, un aborto procurado es, en cualquier caso, dar muerte de modo premeditado a un ser hu- mano inocente. Y si un cristiano no hace todo lo posi- ble para apoyar a una mujer que esté en una circuns- tancia difícil o para facilitar su decisión favorable de tener a su hijo, su contribución en contra del aborto y de las leyes injustas resultará entonces poco creíble. El derecho a la libertad de la madre jamás puede ser utilizado para atentar contra el derecho a la vida que tiene el niño. 2270–2275, 2322 292, 379, 383– bioé tic a La vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el abor- to y el infanticidio son crímenes abominables. Concilio Vaticano II, GS 51 77 Se suele justificar que se traspasen todos los límites cuando se experimenta con em- briones humanos vivos. Se olvida que el valor inalienable de un ser humano va más allá del grado de su desarrollo. PAPA FR ANCISCO, LS 136 3 – l a persona humana